La resistencia para Alicia es una forma de vida, una herramienta de sobrevivencia, un arma cotidiana enraizada en su lucha, lo ha sido desde que se negó a la dictadura y al individualismo que trajo consigo el neoliberalismo, desde que se negó a olvidar y a dejar de luchar. Ella y muchas mujeres problematizan los amarres que sobrevivieron a la dictadura y experimentan corporalmente las memorias de ciudades sitiadas, como Valparaíso en octubre de 2019. Como dice Simone de Beauvoir “no se nace mujer, se llega a serlo”, Alicia se ha construido, desde el amor y el compañerismo, desde lo colectivo y lo personal -que también es político- desde la rebeldía y la pelea, desde la porfía y la valentía de no sucumbir a este sistema tan injusto.