El término «zona de catástrofe» carga de un emotivo sentido de crisis y emergencia el habitar cotidiano de miles de seres humanos que viven y sobre-viven en la zona de Quintero, Puchuncaví y alrededores. El primer antídoto generado espontáneamente ha sido la solidaridad y el compromiso de hombres y mujeres quienes, agrupados y colectivizando socialmente sus reclamos y reivindicaciones, exigen un ambiente libre de contaminación, desechos y muertes. Una deuda que durante décadas ha invisibilizado el Estado y que, ante su ausencia flagrante, ha levantado a niños, niñas, hombres y mujeres de territorios que se dignifican en su resistencia humanitaria.
Publicado el 26/10/2018.