Los medios de comunicación deben aportar a la construcción de nuevos significantes que nos permitan reconocernos como sociedades atravesadas por la herida colonial. Pero, al mismo tiempo, criticar la matriz colonizadora que nos impuso sus lenguas, sus nombres, sus gramáticas y sus miradas, lo que terminó por fijar el predominio naturalizado de un tipo de hombre por sobre otros.
Tanto las políticas públicas como los medios de comunicación tradicionales han mirado al “otro” como un ser inferior, lógica de lo subalterno, con la permanente sospecha que el otro no es tan humano como yo. Aparece la idea del otro como maléfico. Se comienza a legitimar el espacio social como un lugar homogéneo, bajo la premisa, ampliamente difundida, de que todos somos chilenos con los mismos derechos, aun cuando las discriminaciones por raza, etnia, origen social, género, nacionalidad, entre otras, son violencias cotidianas. La heterogeneidad natural que nos acompaña desde nuestros albores como especie es invisibilizada, frente a un tipo de individuo servil biológica y culturalmente al sistema.
Publicado el 15/01/2019.